Soy argentino. Nací hace 58 años en San Isidro, un suburbio de la ciudad Buenos Aires situado en la provincia de Buenos Aires, sobre el Río de la Plata. Soy periodista desde hace más de 30 años y cubro temas de política y comercio exterior en un argentino, pero mi pasión es la poesía.
Mi inclinación a las letras se la debo a mi madre, quien me recitaba a Lorca y al Marqués de Santillana cuando tendría tres años. Sin embargo, la semilla estuvo mucho tiempo en letargo. Azote de mis sufridos maestros, algunos de ellos se sorprenderían de ver que hoy tengo una imagen de ellos como forjadores de hombres. En aquella época de severidad la profesora de literatura me había autorizado a irme de su clase sin pedir permiso con tal de que no molestase. Permiso del que yo, obviamente, hacía uso, para ostentación de “poder” y asombro de todos. Por lo demás, jamás estudiaba para la clase de literatura. Zafaba copiando. No obstante, me gustaba mucho el latín que, cuatro décadas después, mecho de vez en cuando en mis poemas.
He sido aprendiz de muchas cosas y espero un día llegar a maestro de algo, que ojalá lo hubiera sido de fútbol, frustración que me pesó durante muchos años. Pero el anhelo de correr mundo pudo más que el deporte y a los 19 me fui de mochila por dos años. Trabajé como obrero construyendo tejados de asbestos en Israel, en el Mar Rojo, hice la vendimia en Perpiñán y lavé platos en Amsterdam y en Barcelona, donde me embarqué en un buque mercante griego durante seis meses. Desde entonces el mar es una presencia permanente en mis poemas, al igual que las peripecias vividas al recorrer unos 30 países.
Regresé a los 21 años y luego estudié un año de bellas artes (quería ser escultor), pero mi espíritu de aventura seguía vivo y volví a tomar mi mochila y pasar unos meses en el Mato Grosso y el Amazonas en Brasil con ánimo de conseguir un buque en Manaos, plan que se frustró. Regresé a casa y estudié cinco años de abogacía y varios de guitarra clásica, que ya no toco. Las manos ahora sólo me dan para acompañarme mientras canto alguna zamba o chacarera. En el medio, Dios me bendijo con tres hijos.
A los veintitantos comencé a leer en forma apasionada los clásicos, casi exclusivamente los españoles, aunque sin orden alguno. Caminaba por las veredas recitándolos, aunque jamás escribía, pues estaba seguro de no tener don para escribir mis propios versos. También ha leído bastante teatro griego y los clásicos latinos y las escrituras. Al cumplir los 50, hace ocho años, escribí un poema, el primero de mi vida que consideré tal, y que obró como disparador de otros hasta que pasado un tiempo comencé a dedicarle ya a la poesía horas de viaje en el tren o el colectivo (autobús) y de desvelo, producto de las cuales son éstas que envío y que tienen a la mujer como tema preponderante y que describo como de estilo erótico-místico.Influjo
En Nayarit la Luna del Líbano arde y crece montes de zarzas y nardos y cipreses poleas tensa membranas anillas eslabones rasga arneses jadeos levanta y mares y horizontes y cadencias y murmullos y aparta diminuto albornoz en terciopelo y aumenta Palestina el azafrán en tu capullo | Vía crusis
|
Panta rhei
Todo fluye Heráclito el oscuro no dos veces nos baña mismo río ni besamos dos veces misma boca ni bebemos dos veces mismo vino yo por ejemplo lo he bebido de su ombligo y si especiado me supo ayer y cristalino hoy acre a cuasia amarga me supo y ceniciento | Ramón Llull
|
Refugio te llamaban María del Refugio pero eras naufragio María del Naufragio
maduros más que vinos de Granadas eran de Jericó tus besos y brotaban tus pechos perfume de lantana
|
|
Atrio
También yo — Raymundo nuevo — en el atrio del templo de tu cuerpo me detuve
y me arrepiento (agosto2012) | Infinitivo caboverdiano
|